sábado, 1 de marzo de 2014

NOTAS DE UN DIARIO





Anoche estuve bailando con Orysya, una bella ucraniana licenciada en Ciencias Económicas por alguna universidad de su país y que como muchas de las que acuden a esa discoteca formó parte en su día de ese rubio oleaje salpicado de ojos azules que como un grato sunami de terciopelo beige se derramó por esta esquina de Europa cuando se produjo la caída del muro y tuvo lugar la defenestracion de la URSS.  Todas ellas poseen un nivel de estudios universitario y yo no puedo sentir más que una inmensa ternura al ver sus manos comidas por las lejías y demás productos corrosivos con los que mantienen la casa de sus señoritos en perfecto estado de policia o revista. La mujer nativa, nuestras compatriotas, han sido sorprendidas (sobre todo las más maduras)  por el comportamiento tan liberal que las nórdicas muestran en sus relaciones con los naturales del país aunque nunca llegan (ni llegarán y eso nos desconcierta) a una intimidad que el macho ibérico pueda catalogar como de satisfactoria para su ego donjuanesco y pueda mostrarlo como un trofeo en la tertulia de su bar habitual. Orysya además de ser una mujer bastante atractiva habla el español como esas turistas inglesas que salían en las comedias españolas de posguerra y que tanta gracia nos hacía a los espectadores de entonces. Suene la música que suene, Orysya ejecuta con bastante habilidad una danza que está entre la danza del vientre oriental y un vals pasado por unas sevillanas...no sé explicarlo mejor. Los indigenas que la ven bailar así creen como si de un articulo de fe se tratara que Orysya, al igual que ellos va a por rolex (creo que se me entiende) y cuando descubren que no, que no va a por rolex sino solo a divertirse y a bailar se apartan de ella desconcertados y algo mohinos pues no conciben que Orysya mueva las caderas solo para ella misma y para contemplar su figura reflejada en las aguas del enorme espejo que preside la pista de baile. Cuando le hago ver que habla muy bien nuestro idioma sonrie ironicamente y me dice que está intentando localizar una Gramática Española para perfeccionar su español escrito. Le he prometido llevarle una editada por la Real Academia de la Lengua, así que el sábado entraré en la cálida penumbra de El Clásic y en lugar de un ramo de rosas rojas le llevaré la prometida Gramática: Noblesse oublie. 
Esta mañana, los efectos del aire acondicionado de la discoteca se han manifestado en mi cuerpo en forma de un enfriamiento general y de irritacion de la mucosa. Después de tomarme el menú recomendado por la herboristería de mi barrio (algas, iodo, perlas de ajos y demás adminiculos salutiferos) he ido a ver a la doctora de cabecera. En el ritual auscultamiento me ha detectado un soplo en el corazón e inmediatamente me he asustado (a pesar de mis años y de mi voluminosidad proteinica) como una modistilla de principios de siglo que hubiese caido por puro azar en una trinchera bombardeada de la guerra del 14. Después he recordado que esta pequeña disfunción cardíaca es ya vieja en mi biografía; me fue detectada en una inspección cardiografica a la que fui sometido por prescripcion del que entonces me dirigía una dieta de adelgazamiento con más que notable exito, por decirlo todo.
Pero estaba hablando de Orysya, y decía que se ha dejado en su pueblo dos hijas que son Doctora (supongo que se referirá a que es Médica) y Arquitecta. Se le nota en la mirada un cierto orgullo cuando te sacude el rostro con estas dos prestigiosas profesiones que cubren la nómina profesional de sus hijas una de las cuales ya le ha dado nieta. Se la ve una mujer muy independiente emocional e intelectualmente. Los hombres acuden a ella con los prejuicios del modus vivendi iberico y se encuentran con que estas mujeres que han tenido la valentía de venirse solas a un lejano pais dejando incluso allí parte de su familia no reaccionan a sus requerimientos como lo  haría la mujer patria, la compatriota. 
Esta mañana de sábado me he levantado algo más habitable y he podido estar en mi compañía terminando este articulo. Le he escrito a mi amigo Pedro para que le haga saber a nuestra hermosa Orysya que no he podido llevarle la prometida Gramática. No le costará trabajo reconocerla. Le he dicho que cuando vea una saeta rubia y perfumada girando alrededor de la pista a cuarenta y cinco revoluciones por minuto (la velocidad a la que giraban los "singuels" en nuestros viejos "pick ups") que tire el libro en el centro de ese maelstrom de red bull y agua de colonia y seguro que irá a dar en sus manos.Vale.

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