sábado, 23 de noviembre de 2013

DE BIEN NACIDO ES SER AGRADECIDO ¡Gracias amigo Carlos!

Amigo Carlos:

No te equivocabas: me has dado una alegría digna de ser recogida en la pantalla de un electrocardiógrafo (o cómo se diga) de esos que hay en los hospitales. Me refiero, naturalmente,  a la información que le facilitaste a Elisa y por la que ella pudo ponerse en contacto conmigo después de algunos años transcurridos y que me ha llevado, además de a recuperar una antigua amistad que dormía en las buhardillas del olvido, me ha llevado hacia el único original que se conserva de mi libro Crónicas de Allí. Pero...¡déjame que te cuente!

En el año 1990 terminé de escribir la versión definitiva de "Crónicas...", y con la impresora de mi primer ordenador, que aún trabajaba con el programa Habílity, saqué dos copias del libro. Una de estas copias fue la que le sirvió a ella, a Elisa, para convertirse en la primera lectora/tor de esas crónicas que a nuestros paisanos caballas tanto les ha gustado y que tan buen recibimiento le brindaste en las páginas de tu blog con tu prosa limpia y clara de Maestro de Escuela (profesión que compartimos en su día); ella, una hija de españoles nacida en Rosario (Argentina) tuvo la generosidad de embaularse los tropecientos folios "habilyteados" frutos de la morriña de un caballa en el exilio. Con su benevolente crítica le dio, al tímido grafópata de entonces, inseguro de la prosa que pergeñaba, los ánimos suficientes  para, con la otra copia en el bolsillo, marchar una semana santa a Barcelona a buscarle (con poco éxito la verdad) un editor a su libro.
Para no aburrirte demasiado, amigo Carlos te diré que el original que me sirvió para presentarme ante los editores se extravió en el año 2000 (¡un año redondo!) en la editorial que al final sacó el libro con el formato que tú conoces, de tal forma que sólo me quedaron fotocopias de aquellos folios; y el otro original andaba "perdido" en el entorno doméstico de las diversas casas que Elisa habia recorrido en estos años, pues ella, en la conversación que tuvimos en su casa me recordará que ya se lo pedí cuando acudió a El Corte Inglés en el año 1997 a la presentación de mi ópera prima: El Locutor. 
Ayer, después de algunos días intercambiando correos electrónicos en los que me informa de que el hallazgo de ese original en un cajón olvidado de su casa ha sido lo que la ha movido a buscarme me presenté en su casa de Cártama Estación. Después de unos breves instantes durante los que mutuamente nos recorrimos con una mirada (cariñosa) los respectivos mapas faciales que el Tiempo ha dibujado en nuestros rostros, después de eso, nos sentamos a compartir un mate y, rodeados, los dos, de libros, hablar de libros, atentamente vigilados por la mirada inteligente de su perro Uinchi (dudo de la correcta grafía del nombre) que con su paz y su paz-ciencia me reconcilió con los de su raza con los que tan mal suelo llevarme (yo aunque no se lo dije a Elisa, soy más bien de gatos).
Al fin, entre sorbos de mate, me explicó que en el trasiego de casas de su divorcio y en ese naufragio de objetos personales que se quedan en el viaje (esto es mío esto es tuyo) se había quedado rezagada una caja de cartón donde dormitaba el susodicho original el sueño de los justos. La verdad es que me sentí casi como un clásico cuando pude observar las orillas de mis manuscritos (o mecanoscritos) amarilleadas por el Tiempo. Yo le ofrecí que se quedase con ellos, pero Elisa, que es una mujer con mucha mundología enseguida comprendió que ese original, para mí tenía el valor de un hijo prodigo que ha regresado al hogar y no permitió en ningún momento tomarlo para sí cosa que desde estas paginas le agradezco. De todas formas, no me cabe ninguna duda, visto el amor con el que guarda cartas y diarios familiares (¡de finales del siglo XIX!) de que en su casa habría estado el manuscrito por lo menos tan a gusto como en la mía.
A la oscurecida dimos un paseo hasta el aparcamiento de mi autocaravana pespunteados por las carreras y los ladridos de Uinchi. Yo llevaba bajo mi brazo el para mí precioso original y una novela de Elisa que le he prometido leer.
Así que, amigo Carlos, has colaborado a que se encuentren dos viejos amigos y a que un escritor ya en su vejez se encuentre con un original de uno de sus libros que creía perdido.
Y termino este articulo como lo comencé: De bien nacido es ser agradecido. Gracias amigo Carlos.

Alberto Núñez.

1 comentario:

  1. No sabes cómo me alegro de haber podido servir de intermediario en tan merecido y justo encuentro. A mí, querido Alberto, me siguen gustando las historias con final feliz (es que también soy ya un clásico) y ésta, lo ha tenido.
    Un fuerte abrazo y cuidate mucho por los fríos caminos de este invierno..

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