sábado, 26 de junio de 2010

Los Diarios de Jean Valjean

A bordo de El Mistral, 20 de junio del año 2010.Ma petite:
Hace tiempo que tengo algo abandonadas estas cartas que te vengo dirigiendo desde mi blog todas ellas con la esperanza, la vana esperanza de que algún día sean leidas por ti y contestadas. Así que, dado tu silencio yo vuelvo por do solía como dice el clásico, vuelvo a las andadas. Esta de ahora te la escribo en el pupitre ambulante de mi autocaravana con la que, como ya te habrás enterado por tu tía, ¡o no…! vengo recorriendo las ciudades y pueblos de España. Llevo ya algunos años en la carretera; la muerte de Conchi, aquel fatídico mes de mayo del año dos mil cinco ha convertido El Faro (mi pequeño chalet junto al mar) en un enorme y destartalado caserón en el que hasta mis pensamientos producen eco al chocar contra las frías paredes de la soledad. Y así, poco a poco, casi sin quererlo, he terminado viniéndome a vivir a las tripas de mi Mistral, y viajo en su interior como lo hacía Jonás en el de la ballena, pero eso es otra historia. Te digo que en esta ocasión me encuentro en la villa de Cuéllar, junto a una vieja iglesia a la orilla de cuyo pórtico hay una fuente de agua fresca y clara. Con cierta dificultad he conseguido meter al Mistral bajo las espesas copas de unos olmos viejos y serios que me refrescarán el descanso nocturno, pues por estas tierras de Castilla comienza ya a asomar la canícula.
Esta vida de nómada que llevo con mi autocaravana me resulta cada día más atractiva. Al principio echaba mucho de menos mi pequeña biblioteca, mis paseos descalzado por la playa de Rincón, el café con churros en el viejo Café del Puerto de los Pescadores donde suelo escribir por las mañanas, y algunas cosas más, pero con el paso del tiempo he ido olvidando poco a poco todas esas delicatesen domésticas, y también poco a poco me voy organizando mejor; ahora, por ejemplo tengo a mi disposición todas las bibliotecas públicas del pais, donde me abastezco de lecturas, y cuando echo a faltar el mar, y si esa nostalgia me sorprende en el interior, tomo uno de los puntos cardinales y él, me lleva a una de las muchas costas que rodean nuestra península, que no otra cosa quiere significar la palabra península. Es tal el nomadismo que impregna últimamente mi vida que cuando haya terminado de escribir esta carta posiblemente me encuentre ya muy lejos de este lugar (*) pues, como te digo, enseguida siento la llamada del río de asfalto a cuya orilla como y duermo muchas veces.
(*) Efectívamente: esta carta la concluyo en la Plaza Mayor de Turégano, asomando por el parabrisas de El Mistral la visión del terrible castillo fortaleza de cuyas mazmorras huyera (cuando huyera) Antonio Pérez el secretario de nuestro Felipe II

* * *

Has de saber, hija, que hace unos cuatro o cinco días (ya no me acuerdo) me llamó, desde Canarias, tu tía Mariló para que abandonase mi ruta habitual, que por entonces discurría por las tierras de Salamanca, y me acercase hasta la residencia de estudiantes en Madrid donde se encuentra alojada tu prima que, sabes, estudia Periodismo. Resulta que a tu prima le ha vuelto a repetir ese desfallecimiento que ya sabes que le dio el año pasado cuando se dirigía a la Facultad para realizar un examen de una de sus asignaturas (ahora las llaman créditos). Pero por lo que he hablado con tu tía y con tu prima y por los años de oficio en el Magisterio me parece que ni la cirugía ni la farmacopea tienen nada que hacer en estos vahídos pseudo románticos que le dan a tu prima camino del tribunal examinatorio (estoy pensando en aquellas doncellitas quinceañeras del siglo diecinueve que, vestidas de corpiño y polisón se desmayaban sobre las espaldas eburneas de un piano de cola blanqueado de partituras de Chopín, y con sus manitas (las de esa damisela) agarradas a un tomo en octavo de las rimas de Becquer, ya sabes: aquello de volverán las oscuras golondrinas... aquel poemita escolar que nos gustó tanto en Primero de Bachiller y que, coronado el Sexto Curso, y torturado ya tropecientas veces con el poemita de marras te entraban ganas de hacerte un bocadillo con las jodidas golondrinas. Vamos que, a mi corto entender, yo tengo para mi santigüada que lo que le ha pasado a tu prima es que ha querido epatar a su glorioso paisano Pérez Galdós que, matriculado en la Facultad de Derecho se pasaba todas las noches en los Cafés y Teatros madrileños para, al final del curso, pegarse un atracón de Derecho Administrativo, o Romano e ir aprobando los cursos con un bien llevar y con la sana intención de que su padre continuara arrimándole cada mes el girito de marras. ¡Ah! ¡se me olvidaba! a este sin par genio de la Literatura aún le quedó tiempo, entre farra y farra, para escribir los Episodios Nacionales, que no está nada mal. Esperemos que a tu prima la adornen algún año los Laureles de la <> y la veamos, en su tiempo y sazón, de turiferaria en alguna Redacción de Prensa de nuestro pais…o sí.
Pero, evidentemente, no he comenzado esta carta para hablarte de tu prima sino de ti. Es el caso que me he enterado por tu tía que este año vas a comenzar otra carrera universitaria; ésta de ahora, por lo visto de una duración de cinco años. O sea que si mi memoria no me falla cuando termines esta carrera (si es que la terminas, cosa que dudo, y me reconocerás al menos que tengo motivos para dudar) tendrás la friolera de treinta y dos años…(¿treinta y uno?..bien…treinta y uno: concedido: submarino como animal de compañía)
Nena, ¿tú crees que esa edad es la normal para haber terminado unos estudios e incorporarse al mundo laboral? ¿Tú crees, mi pequeña, que tiene algo de sensatez este afán tuyo de permanecer de por vida en la nómina estudiantil? ¿Crees, realmente que es tan larga nuestra vida? Yo pienso que no, que no es tan larga…
Ya me gustaría que respondieses a mis cartas a través del blog, pero he perdido también esa esperanza.
Sigo.Pronto (en el mes de septiembre) hará ocho años que Conchi y yo te acompañamos al campus universitario de Valencia donde formalizaste la matricula para una Diplomatura cuyo nombre no recuerdo pero que de haberla terminado muy posiblemente ya estarías trabajando. Y al cabo de ocho años te encuentro otra vez en la linea de salida…¿Hasta cuando? Te recuerdo que cuando entonces aún no había llegado Zapatero a la Presidencia del Gobierno, y a todos, nos parece ya el señor Zapatero más viejo que el hilo negro…..y tú sigues aún comenzando una y otra vez otra carrera universitaria, algo parecido a la tragedia de Sísifo, sólo que tú regresas (para volver a comenzar de nuevo) a la meta de forma voluntaria y a Sísifo eran los propios dioses los que lo atormentaban.
Pequeña: Se te está pasando el tiempo de buscarte un puesto de trabajo que te facilite una independencia económica que es lo que verdaderamente importa, pero parece ser que estás anestesiada…y lo malo es que la persona que está a tu lado parece estar aún más anestesiada que tú.
Nena. Cariño. Abandona esa idea de comenzar por enésima vez una carrera universitaria y búscate un puesto de trabajo que te permita de una vez independizarte económicamente. Yo te ayudaría los primeros meses. Puedes compartir un piso de alquiler con otras amigas, y con un sueldo aunque pequeño puedes comenzar ya a dirigir tú sola tu propia vida que es la meta que cualquier educador/ra debe plantearse ante su pupilo o su hijo/ja. ¿No crees?
Ya sé que ahora corren malos tiempos para buscar trabajo pero es que tu situación no admite espera. Has de saber que te queda muy poco para cumplir una edad en la que ni siquiera te admitan en ningún puesto laboral…Y hasta para presentarse a cualquier Oposición tú estás llegando ya a la edad límite.
Yo tengo muchas ganas de verte, de abrazarte de besarte, pero eso por ahora es imposible y bien que me duele. A tu madre le dije un día que yo nunca llegaría a ser padre-amigo y que si ella (tu madre) me cortaba el camino para ser solo padre, sin ningún calificativo, nos separaría a ti y a mí para siempre…y así ha ocurrido. Tú has esperado siempre de mí una actitud permisiva y bizcochable y al no encontrarla me has tomado por un enemigo. Y al enemigo…ya se sabe..<
> Lo malo es, pequeña, que, descontada tu madre, la única persona a la que realmente le importa lo que a ti pueda sucederte es este <> que ahora teclea en el ordenador.
Me gustaría que entendieras que todo el comportamiento tuyo de ahora y, en general, tu forma de ser, tu carácter, tus costumbres (buenas o malas…no las conozco) todo ello ha venido determinado por la educación que de tu madre has recibido, y digo de tu madre, y exclusivamente de tu madre porque como bien sabes yo no he intervenido (no me han dejado) para nada en tu formación. Puedes estar completamente segura de que si hubieras tenido otra persona como educadora, tú serías ahora una mujer muy diferente de la que eres; no quiero decir que fueras mejor o peor…eso poco importa, pero sí que serías diferente. Te quiero decir con esto que el noventa por ciento de lo que seamos de adultos nos viene dado por la educación (buena o mala) que nos hayan dado nuestros padres. A estas alturas, no voy a ocultarte, que la educación que de tu madre has recibido no puede ser peor; a los resultados me remito. Y mira que tu madre lo tenía facil, porque la materia prima con la que iba a trabajar (tú) era, ¡y sigue siendo! de la mejor calidad, quiero decir que eres una persona muy inteligente. Pero de nada le ha servido, porque la que falló fue ella, y ella, ahora debe de estar durmiendo bastante mal (lo mismo le pasó a mi hermano Paco) y tiene motivos para ello.
Bueno, voy terminando. Sólo me resta insistir una vez más para que leas las cartas que te dirijo desde mi blog y las respondieses por escrito en el mismo blog o por el correo convencional.

…Y que cuando realmente me necesites, no dudes en buscarme. No lo dudes ni por un momento.

Muchos besos de tu padre.

La pintura es de Joaquín Sorolla

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