domingo, 22 de noviembre de 2009

Carta abierta a la hija de Jean Valjean


Querida hija:
Hace ya tanto tiempo que no te veo que ni tan siquiera puedo imaginarme el aspecto que tendrás ahora. La última foto que tengo de tí es la que Conchi nos hizo a los dos, juntos, en el camping de Colonia o de Coblenza, ya no lo recuerdo bien. Y me pregunto muy a menudo si alguna vez leerás estas cartas que yo lanzo al océano electrónico de internet, si alguna de ellas llegará hasta tus orillas, si abrirás estos mensajes en los que voy embotellando mis angustias y mis esperanzas con respecto a mis relaciones contigo con la ilusión de que algún día, (con mis cenizas reposando ya sin duda en el fondo de esta pequeña y tranquila bahía junto a la que vivo) podamos charlar tranquilamente sin que discutamos.



No creas....muchas veces he tenido la tentación de tomar el teléfono y llamarte pero al final siempre me he arrepentido de mi impulso y es que....volvemos a mi manía de siempre....¿tú me necesitas? Yo creo que si, yo creo que siempre hay que tener cerca al padre o a la madre pero lo que yo piense al respecto importa poco en este caso, lo que realmente me interesa saber es si en tí existe esa necesidad, y creo que no, o que tu madre...¡Dejemos a tu madre...! Estoy completamente seguro de que si los dos (tu madre y yo) hubiésemos coincidido en cómo había que educarte tú yo no estaríamos separados. Si mi actitud contigo hubiera sido la misma que tu madre ha seguido observando contigo todos estos años, yo tendría ahora el consuelo y la compañía de una hija a la que nunca he dejado de querer. Pero justamente ahí radica todo nuestro problema (suponiendo que el adjetivo de nuestro tenga sentido en el caso presente) precisamente en que has tenido una madre completamente permisiva, la llamada madre amiga y un padre que siempre ha estado muy lejos de querer ser el "amigo" de sus hijos. Ma cherie, no sé ahora mismo, ni puedo saberlo, cual será el estado en que te encuentres cuando leas esta carta pero puedo asegurarte que el padre amigo ha hecho muchísimo daño en la educación de nuestros hijos; ¡no creas...! el Gobierno también ha colaborado lo suyo. Te lo dice un profesor jubilado.

¿Sabes una cosa? Si tu madre hubiese manejado, con respecto a tu educación, la misma escala de valores que yo pretendí utilizar, tú, además de no haber perdido a tu padre, estarías ahora ya trabajando e independizada de tu madre. Edad para ello tienes más que suficiente, veintisiete años, ¡que se dice pronto! ¿Por qué me atrevo a asegurarlo? Porque habrías madurado. Tu madre, ma cherie, entérate bien de una vez para siempre, ha impedido, con su exceso de sobreprotección y permisividad, ha impedido que tú madurases y al mismo tiempo ha conseguido que tú veas en tu padre a un enemigo y no a la única persona, después (o junto a) de tu madre a la que verdaderamente le importa lo que a tí te pueda suceder en esta vida porque de lo que te suceda en el Más Allá no me puedo hacer responsable como tú comprenderás.
Hace algo más de una hora que he hablado por teléfono con tu tía y me ha confirmado las malas noticias que desde hace algún tiempo estoy esperando que me vengan dese Ceuta, mi pueblo natal: tu tío Guillermo se está muriendo: el cancer de pulmón que le fue detectado este pasado verano está derrumbando ya los últimos bastiones de su vitalidad; algunos días más y la plaza será rendida sin remedio. Con su fallecimiento que, como te digo, está para ocurrir de un momento a otro, solo quedaremos de la familia, tu tía Mariló y yo, el resto se ha ido marchando poco a poco. La lista comenzó con mi hermano Pepe que se "fue" con apenas diez años. La semana pasada bajé al pueblo para escanear algunas fotos antiguas de la familia y entre ellas había una en la que se ven el abuelo y mis dos hermanos mayores, Paco y Guillermo sentados en las gradas del Campo de Futbol Alfonso Murube de Ceuta. Al tío Guillermo, que en esa foto apenas contará nueve o diez años, está mirando a la cámara. ¿Sabes? de todos mis hermanos era -(¿es?)- el que más parecido guardaba con Pepe, el que falleció en el 57 con diez años.

En el momento en que retomo este diálogo contigo, ma cherie, tu tío Guillermo ya ha fallecido.

¿Qué te podría decir para acercarte a un miembro de mi familia con el que no has tenido contacto alguno? No se me ocurre qué...

Posiblemente conmigo te va a suceder otro tanto.







No hay comentarios:

Publicar un comentario