sábado, 28 de noviembre de 2009

Descubrimiento de la Televitina

En los Laboratorios de Biología Molecular de la Universidad de Princeton (Arizona) y bajo la dirección del eminente Toxicólogo, Profesor Harold Newmann, se ha conseguido, por fin, aislar una molécula de televitina. Bajo este nombre se ocultaría, siempre según la nota de prensa hecha pública por el Departamento de Toxicología de dicha Universidad, se ocultaría un alcaloide sumamente activo, segregado por una hormona del cerebro cuando el individuo se encuentra en presencia de los rayos catódicos emitidos por ese popular electrodoméstico. La televitina (de ahí su nombre) sería la responsable, por ejemplo, de la adicción humana a los medios de comunicación visuales, más concretamente a la televisión, de donde toma el nombre. En exceso, este alcaloide ralentiza el riego sanguíneo del cerebro y, como consecuencia de ello, produce una más que notable disminución -en algunos casos evidente a simple vista- de las actividades intelectivas del individuo, anulando completamente su capacidad de crítica y de autocrítica. El cuadro clínico presentado por el enfermo afectado de intoxicación por televitina se reduce a: Disminución rápida del pulso cardíaco; laxitud de los músculos faciales; abultamiento del labio inferior así como descolgamiento del maxilar correspondiente, todo ello acompañado de una intensa e incontinente secreción salivar; aparicion del síntoma denominado de "visión de vaca" consistente en un aumento desproporcionado del humor vítreo, lo que dificulta notablemente la visión para cualquier otro objeto que se encuentre fuera del campo visual de la televisión, polo de intensa atracción para el enfermo; y, por último, ascenso, en algunas décimas, de la temperatura anal, síntoma, este último, característico de la intoxicación por televitina.
Aunque la intoxicación por televitina, dado lo reciente de su descubrimiento, es, todavía, bastante dificil de curar, el Equipo de Toxicologia de la mencionada Universidad de Princeton recomienda no obstante tratar al enfermo con dosis espaciadas de Libronol en cápsulas, y Lecturicina inyectables, ambos son principios básicos en la anulación de los efectos estupidoadormecentes de la televitina. La Lecturicina, según investigaciones del propio Newmann, es una sustancia que se deposita en las estanterías de las bibliotecas, mostrando mayor pureza a medida que nos acercamos a los libros de Filosofía y, en general, a aquellos relacionados con las Humanidades y las Ciencias del Pensamiento. El Libronol, asi mismo, se ha descubierto en los márgenes de las hojas de los libros, siendo asimilado de forma natural por el impenitente lector que lo toma inconscientemente al mojarse el dedo para pasar las páginas en sus frecuentes lecturas. Los efectos terapéuticos del Libronol para el tratamiento de la intoxicación por televitina se descubrieron al observar que los amantes de la lectura, eran, todos ellos y sin excepción, bastante reacios a los medios de comunicación visuales, mostrando, en todos los casos, una repulsa casi visceral sobre todo hacia la televisión, cuya exposición no soportan arriba de los cinco o diez minutos, todo ello con un libro fuertemente apretado entre sus manos, sin cuyo antídoto no la soportan ni siquiera estando desenchufada.

4 comentarios:

  1. ¡Madredelamorhermoso, colega! Lo que es imaginación no te falta... Un cordial saludo.

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  2. ¡Muy buena esta descripción del atontamiento molecular a nivel cerebral que produce tan infausto electrodoméstico!

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  3. No te equivocas, es el peor enemigo de la sociedad en la que nos ha tocado vivir, aparte de todos los síntomas que comentas, tambien está la dialogina, lo que hace que la comunicación con nuestros semejantes en tardes de invierno, bueno y de verano, con esos diálogos de antaño se hayan perdido.
    Saludos Salvador Evangelista

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  4. Amigo Salvador, cuando apareció "el inventito" de marras por nuestro pueblo, yo tenía ya mis intereses fijados en la calle, eran unos intereses verdaderamente angelicales; llevaban faldita azul plisada y zapatos "gorila" comprados en Calzado Cutillas de la calle Real; yo me pegaba todo el día persiguiendo a esos "intereses de faldita plisada" con poco éxito, todo hay que decirlo, pero como yo siempre he sido muy terco.....Pero a lo que iba, amigo Salvador, a mí la televisión no me enganchó, y supongo que a tí te habrá sucedido otro tanto.
    Yo recuerdo con mucha ternura aquellas tertulias que se organizaban en la cocina de la casa donde los niños recibiamos lecciones de historia oral contada por los mayores. La emoción subía de grado cuando mi padre se levantaba para asegurarse de que las ventanas estaban bien cerradas; ello era señal de que la historia que venía a continuación era de aquellas de "Cuando la guerra.." Mi padre se disponía una vez más a contar alguna exclusiva (contada ya tropecientas veces) de "cuando la guerra".
    Cuando veo a alguien mirando el cuadro del ascensor para ver por donde va la cabina, no encuentro ninguna diferencia con la mirada que se posa sobre la tele....es esa mirada de "visión de vaca".
    La radio no es tan absorvente. Ahora mismo, mientras escribo esto, tengo la radio puesta, y no me interrumpe, me deja de trabajar...¡bendita radio!
    ....Y "el inventito" se ha ido perfeccionando....Ahora es rara la casa donde no hay cuatro o cinco televisores.....¡Cielos! nada más pensarlo me produce escalofríos.

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