domingo, 25 de enero de 2009

Carta abierta a la hija de Jean Valjean


Querida hija:

No sé si te vas a decidir a leer esta carta. De todas formas creo que después de la discusión que tuvimos ayer por teléfono debo escribirla y enviártela.

Primero de nada quiero disculparme por el comportamiento tan brusco y grosero que tuve contigo durante esa conversación. Por mi parte debo decirte que eso no va a suceder más…No voy a darme ocasión para ello, como te explico a continuación.

Ma cherie: ya he renunciado a que nos veamos o nos encontremos en algún lugar de la ciudad en la que tú habitualmente resides o en esta en la que está mi casa y también la tuya. He tardado en querer aceptar la situación pero al final he asumido totalmente que nada,, NADA, te une a mí. Excepto el hecho de que yo sea tu padre biológico, hace tiempo que soy consciente de que ningún afecto te inclina hacia mi persona cosa de la que ni quiero pero ni puedo culparte en absoluto. En esas circunstancias yo pensaba que, al menos, por teléfono, como dos personas maduras, yo por lo menos sería capaz de mantener contigo una conversación -eso sí, cargada hasta el vómito de la más repugnante hipocresía- …pero tampoco ha podido ser. ¡Qué se le va a hacer! Y no puede suceder así, creo, porque soy tu padre, es decir, la persona que junto con tu madre es la responsable de que tú estés en el mundo, y por eso mismo me siento responsable de lo feliz o lo desgraciada que puedas ser tú en esta vida.

Ya sabes que las discusiones que he tenido con tu madre han sido motivadas porque en mi opinión ella no me ha dejado intervenir en tu formación, en tu educación, en tu maduración….(cuando aún era tiempo para ello ¡claro!) y me entristece mucho ver como, por desgracia, los pronósticos más pesimistas que sobre tu futuro ya avanzaba yo en aquellos tiempos (cuando tú comenzabas a entrar en la adolescencia) se han cumplido sobradamente…te repito que, desgraciadamente para tí.

¡Dios mio! pero si llevas siete años (SIETE) en la Universidad y no tienes ni siquiera terminada la mitad de una Diplomatura…¿Cómo voy a callarme? Lo siento pero….no puedo.

Sigo pensando lo mismo que entonces, es decir, que deberías haber abandonado hace ya tiempo unos estudios para los que has demostrado suficientemente que no tienes afición alguna y buscarte un medio de vida. Te aconsejaba apuntarte en el Instituto de Empleo y, comenzar ya a ganarte honradamente tu propio dinero. Ya tienes la edad suficiente como para entender esto que te digo, pero mucho me temo de que no sea así, que no lo entiendes y que mis advertencias y consejos las vives como un ataque gratuito y cruel que yo infiero contra tu persona. Ma cherie, siento de veras que pienses eso…allá tú. Desgrfaciadamente en este caso la razón ha estado de mi parte. Si continuas perdiendo el tiempo de esa manera llegará un día en que ni siquiera podrás trabajar. Te veo en un futuro no muy lejano encerrada con tu madre en la casa, sin trabajar y sin estudiar….¡Dios quiera que me equivoque! Pero hace ya años -tú bien lo sabes- que di la voz de alarma, y los hechos me han dado la razón.

¿Sabes? Mientras tecleo sobre el panel de mi pequeño ordenador portátil voy pensando al mismo tiempo en la utilidad de escribirte esta carta cuyo final sea tu papelera sin tan siquiera abrirla y mucho menos leerla.

Tu tía M*** me habla de tu afición por la escritura, concretamente por los guiones de cine. ¿Escribes? ¿No? Pues eso es lo que tienes que hacer. Si te gusta escribir…¿qué te lo impide?…En fin, que me tienes muy preocupado, tan preocupado que ya comienzo a temer por mi equilibrio emocional, hasta por mi salud. Yo vivo solo y no puedo permitirme el lujo de caer enfermo así que a partir de ahora, a partir de esta carta renuncio a saber nada de ti ni de tu vida. ¡Tú sabrás lo que estás haciendo con tu vida! Pero no lo sabes porque nadie te ha dado la formación y la madurez suficiente como para saberlo. Y si algún día se te ocurre la idea de pedirnos las hojas de reclamaciones por tu tan defectuosa formación y educación…ya sabes a quien tienes que pedírselas: a tu madre pues a mí no me han dejado intervenir en el desarrollo de tus estudios ni de tu educación. En justicia nadie me puede pedir unas responsabilidades por unas acciones que no he realizado ni bien ni mal. Como veo además que es de todo punto imposible que atiendas a mis consejos y que nuestros enfrentamientos comienzan justamente cuando yo te pregunto sobre los planes que tienes para tu vida he decidido que como ya te digo más arriba a partir de ahora rompamos cualquier tipo de relación (si es que había alguna relación cosa que yo dudo mucho) ni siquiera telefonica.

Mi enfermedad, de la que ya te hablé en una ocasión, no me permite reci bir disgustos de cierta entidad sin arriesgarme a poner en peligro mi propia vida, y como no creo que ni tú (ni mucho menos tu madre) tengais derecho a exigirme el sufrimiento de ver como desperdicias tu vida y como quemas tu juventud sin buscarte un medio de vida estable e independiente que te procure cierta independencia económica antes de que desaparezcan tus padres…por eso prefiero ignorarlo todo sobre ti. Y como dada ya tu edad me resulta de todo punto imposible influir sobre tus decisiones aunque fuese en una porción ínfima, yo ya he tomado la mía que es como ya te hhe dicho la de romper contigo todo tipo de relaciones.

Ojalá me equivoque (nada desearía más) pero SIETE AÑOS en la Universidad para tener aprobadas (¿cuántas? porque tú ya te guardas mucho de decirlo) tres o cuatro asignaturas de una Diplomatura de nivel medio bajo son los suficientes años de pereza como para no ser muy optimistas en lo referente al porvenir que te espera. Si, si, hija, si lo sé…ya sé que tú recibes estas críticas como un feroz ataque contra tu persona, lo sé perfectamente, he trabajado muchos años con niños. Pero no yo puedo callarme como ya te he dicho y tu madre no te ha dado la madurez suficiente como para enfrentarte a situaciones adversas.

Como puedes fácilmente comprender yo no voy a hablar contigo de chorradas climatologicas o de cualquier otra tontería sobre todo cuando tan mal llevas los estudios y -lo que es peor- sin decidirte a dejarlos y a buscarte ya un lugar en el mercado de trabajo y en tu tiempo libre escribir si eso te gusta. Resulta muy angustioso hablar contigo intentando soslayar en todo momento el tema de tus estudios por temor al fatal enfrentamiento. En esas circunstancias, y aunque me resulte doloroso solo ya decirlo: prefiero no saber nada de ti.

Si hemos estado siete años sin vernos no creo que nos resulte difícil a ninguno de los dos cortar definitivamente unas escasas e hipócritas conversaciones telefonicas. Así que te agradeceré que borres de tu memoria para siempre mi número de teléfono. Yo haré lo propio.

Si algún dia necesito comunicarte algo de lo que necesites enterarte (pienso, por ejemplo en cualquier asunto relacionado con la herencia) utilizaré el correo convencional. Lo siento mucho, hija pero se me han quitado las ganas de hablar contigo.

Me dueles. Me dueles mucho…

Besos de tu padre.


El Faro, 25 de enero del año 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario