sábado, 30 de diciembre de 2017



                    
                    LOLO (mi pequeño legionario) (***)

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Desde el pasado mes de abril, disfruta de  mi hospitalidad (¡y yo no poco de la suya!) un amigo que, prisionero por la Naturaleza de una horizontalidad que nos llevaría a pensar que sus neuronas desmerecen por la posición que ocupan en el espacio....(¡tío no te enrolles!)..bueno, bueno...quería decir que es un perrito, (¡así está mejor señor Valjean!) un perrito que responde con alegre mirada y abaniqueo de colita al eufónico bisílabo de Lolo...Lo-lo, esdrujuleando ¡eh!.
Lolo, cuando me fue presentado por su dueña, a la que quiero tanto como a él, tenía el pobre, para conquistarme todo en su contra porque al pasar la aduana de mi corazoncito, lo esperaba a sus puertas el agrio, bigotudo carabinero de mis prejuicios, de mis prejuicios contra los perros pequeños, claro.  Y es que nunca me han gustado los perros pequeños. El último perro pequeño que tuve era una yegüa de cuatro años,  metro y medio de alzada y que respondía a la gracia de: Estrella y que no mostró el menor pudor a la hora de  sacarme por el parabrisas de su cuello para que yo, como una Pinito del Oro de aquella España del blanco y negro y café de recuelo o de olla (*) después de dar dos vueltas en el aire ir a topar con mis cuadernas o costillas en el cesped de la cuadra. Así que hago constar ya de antemano que no me gustan los perros pequeños. Pero con la misma contundencia que certifico lo anterior afirmo al mismo tiempo que Lolo, diga lo que diga la Física, no es un perro pequeño. Lolo viene a ser, para que se me entienda, como si a un perro grande (un gran danés por ejemplo o un mastín del Pirineo) lo estuviésemos contemplando con unos prismáticos puestos del revés. Lolo, como los héroes del celuloide o del papel impreso gana en la lejanía porque en la distancia corta les huele el aliento y eso los humaniza, ...Lo sabe cualquiera. La primera mañana que lo acompañé al jardín de mi urbanización para que procediera a su “tualet” más íntima me sorprendió ya de entrada su manera tan chulesca de andar. Como un Lagartijo o un Manolete ante la puerta de chiqueros, así se plantaba él ante el pino grande del jardín a cuyo pie depositaría sus exquisiteces renales más preciadas. Ahí ya me ganó por puntos, en los andares. El muy j....sabía que, con esa pasarela que me estaba brindando le iba a costar menos trabajo enamorarme de su personita que levantar la patita para echar una generosa micción de urea, porque yo, al verlo tan pequeño y desfilando como un joven guerrero de aquellos que llevaba como escolta Millan Astray en sus tertulias del León de Oro de Madrid (no salgo garante del nombre del Café o ¿era el Café de Levante) (**) al verlo con la cabeza erguida y buscando pendencia como un viejo soldado de los tercios de Flandes...me dije para mi sayo...¡Si, señor Lolo, así me gusta..con dos c....! Vamos, don Juan Tenorio, a su lado, ya digo, una modestita ursulina recien consagrada. Y es que cuando Lolo hinca una de sus recias pequeñas patitas en la tierra, no busca solamente no contradecir la ley de la traslación de cuerpos en el espacio sino que toma posesión de ella, la hace carne de su propia carne, la...(¡vale, vale..!) Ejem. Perdón. Quería terminar el período diciendo que solo le falta tener al lado un escudero con el pendón de Castilla ondeando al viento y un fraile barbudo bautizando indios arrodillados en la playa y con la misma mirada de estúpida alucinación, los indios, que tenemos los contemporáneos mirando la llegada del ascensor o, en casa, fascinados por esos programas donde se salva no sé qué....y que nos estupidiza aún más.
 (señor Valjean...¿vamos a ser un poquito, al menos un poquito políticamente correctos? ¿Eh?)
...(Mire, señor Núñez, ¡”llastoi” hasta aquí...de sus interrupciones! Se está usted poniendo ya un poquito pesado con tanta censura...¿No le parece? Ya sabe que yo escribo a lo que salga...Como decía el pintor de la fábula: si sale con barba: San Antón y si no...: la Purísima Concepción ¿Estamos? ¡Pues...eso!)
 (¡Bueno, bueno.. señor Valjean! Tengamos la fiesta en paz  y escriba usted como más le plazca. Ya sabe que usted y yo estamos muy unidos y que yo lo quiero bien. Soy practicamente carne de su carne. Formamos una...una...¿una Binidad? ¿una Trinidad de dos?)....
(¡Déjese de florituras señor Núñez! Ya me ha cortado usted, si señor, y me ha cortado el hilo de la narración. En fin, mañana lo continuaré. Y ya tendré unas palabritas con usted cuando lleguemos a casa. Ya las tendremos. No crea que se va a escapar. Ya me ha j....el artículo. Estará contento. Ahora me voy porque Lolo, con sus arañacitos en las enagüas de mi puerta reclama mi atención.)
Silencio y huida por el foro del señor Núñez.
(Jean Valjean de Montaigne)
(*) Venga tí@ tira de google: no te lo voy a dar todo hecho
(**) Hacer lo mismo que se aconseja en la llamada anterior...De nada.
(***) Este artículo panegírico sobre Lolo y los que vengan detrás van dedicado (¡faltaría más!) a la dueña de Lolo, mi entrañable amiga Montse. El perro es el reflejo de su ama. En este caso queda confirmado. Lolo tiene la nobleza de su dueña. Vale.



(CONTINUARÁ....mal que le pese a uno que yo me sé)

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